Cada paso era una mentira desgranada. Cada sonido de tacón, una historia que aún no nos habíamos contado.
- Siempre pensamos pasar una vida juntos.
- También pensábamos que seríamos eternos.
Me miró a los ojos como sólo él sabía hacerlo, rompiendo esquemas y saltando resortes.
- ¿No lo somos?
- Hay ciertas dudas sobre eso.
No pude evitar mirar al suelo sonriendo al recordar las estadísticas de nuestras almas. La de veces que vaticinamos sobre la existencia de personas como nosotros.
- Dime, ¿qué harás cuando te vayas? ¿qué haré yo?
- Lo que siempre hacemos, un pie delante de otro, ¿recuerdas?
Y fue entonces, sólo entonces, después de tantos años y tantas noches de miradas interminables y silencios de dudas secretas, cuando por fin me lo contó.
- Temo acabar sólo.
- No te preocupes, siempre habrá locos dispuestos a amar a otros locos.