Almas desparejadas

Cada paso era una mentira desgranada. Cada sonido de tacón, una historia que aún no nos habíamos contado.

  • Siempre pensamos pasar una vida juntos.
  • También pensábamos que seríamos eternos.

Me miró a los ojos como sólo él sabía hacerlo, rompiendo esquemas y saltando resortes.

  • ¿No lo somos?
  • Hay ciertas dudas sobre eso.

No pude evitar mirar al suelo sonriendo al recordar las estadísticas de nuestras almas. La de veces que vaticinamos sobre la existencia de personas como nosotros.

  • Dime, ¿qué harás cuando te vayas? ¿qué haré yo?
  • Lo que siempre hacemos, un pie delante de otro, ¿recuerdas?

Y fue entonces, sólo entonces, después de tantos años y tantas noches de miradas interminables y silencios de dudas secretas, cuando por fin me lo contó.

  • Temo acabar sólo.
  • No te preocupes, siempre habrá locos dispuestos a amar a otros locos.

Son los padres.

Me habláis de amor, y yo no os creo.
Hartos de ver relaciones de fin de semana, pasamos la vida creyendo buscar algo pero sin tener muy claro el qué. Se pide seriedad, pero luego no se concede.
Despertar al lado del amor de tu vida a las ocho de la mañana para decirle a las cuatro de la tarde que nunca te importó.¿Qué tipo de amor es ese por el que uno se cree por encima del otro? Siempre querer decir la última palabra y siempre tener la razón.
Estamos cansados de ver las reparaciones de corazones rotos a costa de la humillación del contrario. Creernos que merecemos más cuando en el fondo no se sabe la suerte que se ha tenido. Ataques gratuitos a personas que os trataron como el centro de su vida.
Decidme, ¿qué mierda es esa y por qué me queréis convencer? Ese afán por tratar de retener a la otra persona al lado de uno dando a entender que lo que el otro sienta no importa. Os ofendéis si faltan detalles pero huís si os dicen la verdad. Esas absurdas ocasiones en las que se pide sinceridad y luego se niega a escuchar. La hipocresía sentimental.
Me mostráis argumentos y yo lo único que veo es esa completa incapacidad de estar sólos… Porque os aterra. Y No se trata más que de eso, de un miedo a la soledad irrevocable.
Me habláis de amor, y yo no os creo.