LUNES.

Estoy obsesionada con los lunes por la mañana. Ni por malos ni por buenos… sino por lunes. Lunes como concepto. Lunes como conocimiento de algo nuevo. Lunes como comienzo y como final. Lunes como dolor de cabeza. Lunes como razón para soñar o como razón para estrellarse. Lunes como momento estático o como estrella fugaz. LUNES.

Yo siempre quise ser un lunes. De la L a la S. Sé que no tiene sentido, en fin… ¿un lunes? A la gente le gustan más los viernes. A lo mejor forma parte de una retorcida forma de ser, me explico: me encanta ver la cara de odio, cansancio, desesperación y sobre todo aburrimiento que pone la gente los lunes. Por el simple hecho de ser lunes. Y me hace gracia que digan “ojalá no existieran los lunes”. Y entonces yo digo “pues en ese caso, yo querría ser un martes”. Porque lo que hace al lunes no son esas cinco letras, si no los miles de sentimientos que despierta. A lo mejor es el simple hecho de una necesidad imperante de ser el centro de atención, pero es que el lunes no es el centro, es el comienzo, ya lo he dicho antes.

En fin, es complicado que la gente opine sobre el hecho de que quiera ser un lunes, te miran mal y no es difícil oír sus pensamiento gritar “Estás loca”. Sólo una persona se ha atrevido a expresar una opinión en voz alta, ese alguien era mi psiquiatra.

Lo único bueno que podemos sacar de todo este embrollo es que he escrito esto en lunes… bendito lunes.